jueves, 24 de febrero de 2011

Lenguaje coloquial.


Discapacitados. Tengo la suerte de conocer a un gran puñado de ellos. Y cuando digo suerte no pretendo hacer referencia a que su situación sea de suerte. Me refiero a que yo no podría tener más suerte de haberles conocido.
La entrega que les das, tu ayuda, tu tiempo libre, son más que recompensados con sus abrazos y sonrisas. Con sus te quiero, inocentes pero sinceros, son capaces de elevar tu ánimo al infinito en tus peores días. Y, aún no teniendo nada, te hacen sentir la persona más rica del mundo, porque todo ese cariño no tiene precio equivalente.
Ellos te engrandecen, te fortalecen, te abren los ojos, te animan a seguir adelante, te enseñan a apreciar cada detalle... Porque ellos son los seres más fuertes y alegres del planeta. Su sinceridad te hace reir, sus lágrimas te hacen renacer, sus sonrisas... son incomparables. Porque ellos son muchísimas cosas, pero no son tontos, ni tontitos. Ante todo son PERSONAS, por supuesto, mejores personas que usted, diputada Celia Villalobos. Porque, "coloquialmente hablando" usted no es tontita, es TONTA. Con todas sus letras.

sábado, 19 de febrero de 2011

La grandeza de la experiencia.


Nunca se para de crecer... Y se crece cuando se aprende algo nuevo. Hoy es hora de aprender que olvidar no nos ayuda, y marchar sin volver la vista aún menos. Debemos mirar atrás antes de cada paso para no tropezar con la misma piedra dos o más veces, avanzar con la seguridad de la experiencia, sorteando lo vivido y archivando toda suerte de nuevos obstáculos que puedan hacernos crecer. Hoy es hora de aprender que para sentirnos mejor no es necesario olvidar, sino asumir. Que cuando nos duele el ser la mejor medicina es hacerlo algo nuestro, asumir consecuencias que, en un futuro, serán la vacuna que prevendrá catástrofes en nuestro estado de ánimo.
Cada surco que marque nuestra tez en el hastioso futuro, será una marca del sorteo del tiempo, una página escrita en nuestro libro, que podremos releer cuando nos encontremos bloqueados ante los obstáculos, para aprender de nosotros mismos que la vida se basa en la experiencia, que hay que vivir y arriesgar, dejar atrás el miedo a equivocarse porque, sin duda, equivocarse es invertir en nuestro futuro de una forma totalmente segura.

sábado, 12 de febrero de 2011

Romanticismo.




Amar es el sufrimiento más dulce que puede sentir una persona. Cerrar los ojos y abrigar la necesidad del tacto de unas manos, estremecerse al oír un nombre... "Quien lo probó lo sabe".
Actualmente los sentimientos se han enfriado y se ha infravalorado el romanticismo. Los pequeños detalles ya no tienen cabida en el concepto de amor que a dia de hoy conocemos todos, porque nos parece más oportuno, seguro e importante poder comprar un sentimiento, creyendo que apostamos sobre seguro.
Es por esto por lo que celebramos el 14 de febrero. Es un perfecto día para demostrar, mediante regalos perfectos o cenas románticas y ñoñas, el amor que sientes hacia tu pareja y, de paso, dejar ver tu sobrada capacidad económica. Y nos consideramos los reyes del romanticismo al ver la cara de felicidad de nuestra pareja al ver que su regalo asciende a una cifra económica incalculable. En mi opinión, no es este el tipo de romanticismo que necesitamos sentir en cada poro para tener un motivo más por el que vivir.
El romanticismo es una mirada cómplice al escuchar una melodía. Es el apoyo y el ánimo recibido cuando tienes el mundo encima. Es una reconciliación con lágrimas despues de un pique sin sentido... el romanticismo reside en cada detalle que, por pequeño que sea, conforma el dia a dia de una pareja, y hace que el sentimiento siga vivo. Es un concepto abstracto que nada tiene que ver con el materialismo. Sin embargo, como todo en su vida, el hombre ha preferido monetizarlo.

viernes, 4 de febrero de 2011

"Un libro abierto es un amigo que habla. Cerrado, es un amigo que espera".


Es maravilloso poder leer. La indecisión ante el estante, revisar las contraportadas, acariciar los lomos y, de repente, posarte en uno. Dejar su hueco entre los demás, y pasar la mano por la portada, intuyendo la historia en la que estás a punto de sumergirte. Y abrirlo. Pasar las páginas de forma ligera y disfrutar del sonido del aleteo con el que chocan, y acercar la nariz y olfatearlas, y darte cuenta de que siempre tienen ese olor característico, que transmite un cosquilleo y te invita a perderte por los pasillos de sus letras. Pasar las páginas blancas, disfrutando del tacto áspero de la celulosa, que anticipan el principio de tu aventura. Y, por fin, llegar al principio, mimar a la vista con las pequeñas letras de imprenta, que se unen para ti, deleitándote con su relato. Y leer. Devorar ávidamente la historia, saboreando cada palabra y cada frase, dejándolas retumbar en tu mente. Cerrar los ojos e intuir lugares, rostros, objetos... Y situarte dentro de la trama, sentirte parte de ella. Desviar la mente de todo lo que te rodea, poniendo toda tu atención en las hojas que tienes delante, y pasarlas con intriga, con la incertidumbre de saber qué te espera al comienzo de la siguiente. Sentir la satisfacción al llegar a la última página, cuando ya no hay secretos, cuando tu mente posee otro bello recuerdo de papel, y nostalgia al devolverlo al estante, deseo de poder seguir viviendo tantas sensaciones en ese remolino que te envuelve, que no es más que un montón de papel convertido en tesoro.
Y es que para disfrutar plenamente de un libro hay que poner los cinco sentidos en ello, sentirlo parte de ti, imaginar sus latidos y hacer que vayan al unísono con los tuyos.
Me da pena todo aquel que afirma no haber leído jamás un libro, sobre todo aquel que lo afirma orgulloso porque, sin duda, se está perdiendo uno de los mayores placeres que puede tiener el ser humano: el placer de leer.

martes, 1 de febrero de 2011

Una chispa de luz.

El hombre es un animal pesimista. Pase lo que pase, siempre ve el vaso medio vacío y, a pesar de ello, se ahoga dentro de él. Es capaz de recordar toda su vida los momentos de máxima tristeza y, sin embargo, su memoria es efímera cuando se trata de felicidad. Puede guardar rencor eternamente por una mala acción, olvidando los miles de momentos felices que vivió. El problema de todo esto reside en nuestra incapacidad de mirar a través de las gafas del optimismo, de hacernos creer que la cosa más simple, la sonrisa de un niño, puede arreglarnos la vida.





El nuevo spot de Coca Cola, la marca líder mundial de refrescos, quiere recordarnos que no todo está perdido. Dejando a parte la finalidad del anuncio, que no es otra que vendernos el refresco, yo me quedo con su esencia. La esencia de recordarnos que estamos aquí por poco tiempo, y no podemos gastarlo con una mueca de disgusto en la cara. De demostrarnos que el mundo no agoniza, que quedan miles de ilusiones por las que seguir viviendo y luchando y, sobre todo, la esencia de hacernos ver que todo es mucho más facil cuando nos quitamos la venda y podemos ver que la balanza se decanta por el lado de lo sencillo, de lo bueno... de la felicidad.

http://www.youtube.com/watch?v=yo4Kl3_nKd8