miércoles, 11 de abril de 2012

Segunda vez.

A ti, a tu risa de cristal que no se rompe,

Crepúsculo al que la noche no alcanza.

A tu corazón, que late y no se cansa

De ganar batallas de altas torres.

A tu frágil pulso, que responde conforme

Al aferrarse a ese clavo de esperanza.

A tus viejas manos, sabidas de labranzas,

Y a tu voz, con la que regalabas canciones.

Hoy vuelve a escribirte, esta vez sin colores,

Con esta mezcla de orgullo y añoranza,

Aquella niña que una vez supo de amores.

Te escribo a ti, abuelo, a tus andanzas,

Porque ni los más grandes temblores

hacen tambalear nuestra esperanza.

lunes, 19 de diciembre de 2011

Andalucía se ríe.

Parece ser que últimamente a una serie de personajes más menos públicos les ha dado por pinchar a los andaluces, atacando nuestro acento, nuestras costumbres, y recalcando los estereotipos con los que esta tierra ha cargado durante muchísimos años. A mí me hace mucha gracia todo este asunto. Y cuando digo que me hace gracia, me refiero a que me rio a carcajadas cada vez que leo algo nuevo relacionado con el tema. Porque se refieren a nosotros como a una tierra de incultos, cuando con su propia afirmación están rebajándose a la incultura de la que ellos nos acusan.

Si estos personajes estuviesen un poco informados y culturizados, no hablarían de incultura o de vaguedad a la hora de señalar a una tierra de trabajadores que ha parido a grandes artistas que se han ganado el respeto en todo el país y parte del mundo. Es por esto que no me importan ni me hacen daño sus burdos intentos de ridiculizar y rebajar al salvajismo a la tierra que me ha visto crecer. Porque mire para donde mire no veo ningún solo hecho en el que puedan apoyarse sus premisas.

Y, como dije antes, me rio mucho cuando semejantes bestias afirman que los andaluces somos unos vagos, sabiendo que probablemente el aceite que han tomado esa mañana en el desayuno tenga denominación de origen andaluza, y esté en su mesa gracias a tantos jornaleros que se levantan cada mañana cuando ni tan siquiera ha salido el sol y se parten el lomo día tras día en la recolecta de aceituna. O que las bandejas de polvorones que adornarán sus mesas en estas fiestas habrán salido con casi total certeza de Estepa, de mi tierra, donde otras tantas miles de personas se dejan la piel en las fábricas día y noche, durante meses.

Pero la guinda del pastel es cuando hacen referencia a nuestra lamentable incultura, porque parecen olvidarse del gran legado de escritores, poetas, cantantes, científicos, pintores y, en definitiva, personajes de gran relevancia cultural que Andalucía ha aportado al mundo. Parecen olvidarse de Vicente Aleixandre, un sevillano y a la vez Premio Nobel de literatura en 1977. Se olvidan también de Pablo Ruíz Picasso, pintor malagueño reconocido más allá de las fronteras. No recuerdan que nuestra región es líder mundial en cuanto a trasplantes de órganos se refiere, y no recuerdan tampoco a aquellos andaluces que un 4 de diciembre alzaron sus puños y su voz, demostrando su valentía y su inteligencia, y dejando claro que aquella tierra era tan libre como la conciencia de sus habitantes. Se olvidan de tantos y tantos nombres, de tantas hazañas y tantos detalles importantes, que su propia desinformación derriba sus ataques hacia nuestra persona como si de un castillo de naipes se tratase.

Es por todo esto por lo que me es imposible indignarme con todas las declaraciones que intentan desprestigiarnos, porque nos avalan miles de años de historia, y un presente rico en prosperidad y cultura. Y es por esto por lo que se me llena la boca al afirmar que he crecido en Andalucía, tierra de soñadores capaces de reírse y de refutar cualquier afirmación absurda que se lance en su contra, sin pies ni cabeza.

jueves, 24 de noviembre de 2011

Sumémonos al cambio.

Súmate al cambio. Tres palabras que han hecho las veces de eslogan del Partido Popular durante la campaña electoral previa a las recientes elecciones del sonado 20-N. Éstas nos invitaban a decantarnos, a la hora de ejercer nuestro derecho al voto, por la opción de la derecha española, teniendo en cuenta el cambio que esto iba a producir en la política del país. Sin duda, un cambio considerable al girar los tornos por completo en el gobierno del Estado español.

No obstante -y por desgracia- este cambio no supondrá nada nuevo para los españoles, ya que vivimos esta misma situación antaño, hace algo menos de ocho años. Y es que, a pesar de la gran variedad, el gran número de partidos políticos presentados a las últimas elecciones, los votantes se empecinan en seguir manteniendo el bipartidismo PP-PSOE, alentado por los medios de comunicación y, si bien esta vez el PP ha obtenido la mayoría absoluta, tarde o temprano el PSOE volverá a tomar el poder, otorgado por la gran cantidad de ciudadanos confusos que van cambiando de bando, de izquierda a derecha, sin pararse a mirar la cantidad de opciones que quedan por el camino, y sin entender que el cambio difícilmente va a producirse en las urnas.

Es cierto que debemos sumarnos al cambio, como bien rezaba el lema del Partido Popular anteriormente citado, como también es cierto que no es un cambio de imagen en el gobierno el que debemos buscar, ni un cambio sugerido como reformas en algunas políticas, quedándonos con el mismo perro con el collar cambiado. Lo que de verdad debería interesarnos es un cambio radical, un giro de 180 grados en nuestra forma de ver la política, en nuestro propio pensamiento. Deberíamos buscar una forma de política en la que los ciudadanos no seamos un elemento secundario y pasivo, dejando todo en manos de unos líderes que no buscan otra cosa sino sus propios intereses, y comenzar a mostrarnos activos a la hora de hacer política.

En resumen, deberíamos sumarnos a un cambio en el que nuestra opinión se comenzase a tener en cuenta, y nuestra voz resonase más allá de nuestros propios oídos. Un cambio que supusiera el reconocimiento de las reflexiones del pueblo, el entendimiento por parte de éste de que no es solo un elemento más en manos de unas cuantas autoridades, sino que son esas autoridades las que deberían estar en nuestras manos. Deberíamos sumarnos no a un cambio cualquiera, sino a nuestro propio cambio. Aunque para eso deberíamos restarnos de los cambios políticos habituales.

sábado, 10 de septiembre de 2011

Soledad.

Soledad, triste y melancólica
ves pasar conmigo el tiempo en el reloj.
Y aún estando rodeadas de personas
siempre estamos solas, soledad y yo.

He llegado a odiarte con el alma
aunque nadie sino tú sepa darme calor,
y he llegado a quererte en esas noches
cuando en el silencio estaba el reino de mi voz.

Y he pasado tantos dias, tantas horas
deseando tener que decirte adios
que ahora me aterra el quedarme a solas
si me dejas sola con mi alrededor.

Y estás tan viva y al tiempo tan muerta,
y es tan alegre y triste tu canción
que sin quererte ya no puedo sino quererte,
aunque todo lo que quiera sea decirte adios.

Cuando estamos solas, sin quedarnos solas,
aunque busque tu ausencia pintada en mi voz,
siempre encuentro nada, a solas contigo,
estando siempre a solas, soledad y yo.

sábado, 6 de agosto de 2011

Detener el tiempo.


El paso del tiempo es tedioso. Los años se van demasiado deprisa, aunque a veces un minuto pueda convertirse en una espera demasiado larga. El segundero del reloj no hace más que contradecirnos, y cuando deseamos detener el tiempo, éste vuela por la esfera burlándose de nuestras codicias, para ralentizarse hasta el punto muerto cuando necesitamos que el tiempo vuele. Y aunque lo supliquemos, no habrá reloj que permita a sus manecillas girar atrás en el tiempo.
Por eso debes aprender burlar al tiempo. No dejes que éste te convierta en uno de esos hombres grisáceos que andan de la mano del estrés y de su maletín, cuyas manecillas solo giran en torno al dinero. No permitas que el paso del tiempo altere tu fondo más inocente, ese a donde vas cuando hay algo por lo que reir como un niño, o cuando te topas con algún sentimiento que, sorprendentemente, el dinero no podría comprar. Ese fondo donde siempre pides al segundero que detenga sus alas eternamente.

miércoles, 15 de junio de 2011

Otra playa.

Está atardeciendo, y la marea sube por momentos. Los últimos bañistas aprovechan los tintes naranjas del cielo, que se van atenuando y se dejan envolver en un aura azul marino. Las olas comienzan a aparecer, bulliciosas, creciendo por el camino y luciendo sus crestas. Todas quieren besar la arena, y sentirse parte de su estabilidad.

A lo lejos, sin que nadie repare en ella, una ola se queda agazapada, avanzando lentamente hacia el saliente rocoso y, tímida, asoma su cresta a la playa vecina. Sabe que no pertenece a ella, que allí hay otras olas. Pero está segura de que ninguna desea con tanta fuerza romper en aquella orilla, morir de placer empapando aquella arena. Y, como cada noche, vuelve a coger impulso, y vuelve a estrellarse con furia contra las rocas. No puede. No consigue atravesar esa barrera.

Y como cada noche, vuelve cabizbaja a alta mar, aguardando el momento en que vuelva a caer el telón del día, y pueda volver a intentar estar cerca de aquella playa.


viernes, 20 de mayo de 2011

Campaña destructiva.

A veinte de mayo, faltando dos días para la apertura de las urnas, he querido informarme debidamente sobre lo que puedo cambiar con mi voto el próximo domingo. Buscando propuestas, intenciones de mejora para la ciudad de Estepa, no me he topado más que con el arduo deseo de descalificar al contrincante, con el juego sucio de cuatro políticos que pretenden subir a la cumbre a base de pisar la cabeza del que pueda adelantársele.
Es muy triste que dichos personajes tengan que recurrir a sucios trucos, como panfletos insultantes a la oposición o, el extremo de los extremos, la difusión de conversaciones privadas que dejan en evidencia las malversaciones del contrincante. Quizás todo sería mucho más fácil si cada candidato se dedicase a resaltar las cualidades de su futura acción política, mostrando con transparencia las propuestas para mejorar la sutiación actual.
Pero, desafortunadamente, optan por el camino fácil, abriendo una guerra que llega a afectar a terceras personas ajenas a la campaña electoral. Y lo atroz de todo esto es que no todo queda en familia, que no sólo Estepa está sufriendo los desacuerdos, negaciones de cooperación y ataques entre sus políticos, si no que, parece ser que por regla general, cuando se es político tu trabajo consiste en mantener el poder a base de arrebatarle la dignidad a los demás, seas quien seas, y seas de donde seas. Y es una verdadera pena que, a día 20, haya tanta gente que todavía no encuentra motivos para votar -o para no hacerlo- a cualquier partido, más allá de los trapos sucios sacados a relucir por la competencia.

miércoles, 27 de abril de 2011

Híspalis.


Inmensa reina, paseas dorada
por los ojos de mil transeúntes.
Rompe el sol el último pespunte,
y te observo, grandiosa, en la ventana.

Igual que se admira la tierra soñada,
admira tu río a tu Torre del Oro,
y guarda, imponente, con gran decoro,
las calles desiertas la bella Giralda.

Amante del sol que calienta tus casas,
Preciosa frontera del puerto de indias,
madre imperial de culturas mezcladas.

Me hallo temprano mirando tu cara,
tu horizonte lejano. De lejos, Sevilla,
me embelesa tu vista desde Triana.

viernes, 25 de marzo de 2011

¿Quién se ha llevado mi queso?


Sabes que es amor cuando no hay más brillo que el de sus ojos. Cuando todos tus pasos acaban frente a ellos. Cuando todos tus sueños no son capaces de ver más allá de su nombre. Cuando te dispones a dejarlo todo de lado, a cambiar tus planes y a dibujar una vida que no es la tuya, por el simple hecho de poder besarle la frente al despertar cada día. Cuando, con todo esto, sin necesitar nada más, te sientes feliz.

Hace tiempo que perdí de vista mi queso. He corrido a buscarlo, y en la búsqueda lo he olido muchas veces, he cerrado los ojos y lo he saboreado. He vivido en la ilusión, creyendo saber dónde se encontraba, segura de poder alcanzarlo en cualquier momento. Siempre he creido que mi queso estaba en un lugar fijo, para no moverse nunca. Creí que me estaba esperando en una vida fija, donde mis sueños no iban más allá de una vida hierática y monótona, con una familia feliz y alguien con quien despertar cada mañana. Pero, al abrir los ojos, un día, dejé de saborear el queso. Ni tan siquiera podía olerlo.

Comencé a sentirme vacía y, aunque tarde, comprendí que mi queso estaba muy lejos del amor y la estabilidad. Que mis sueños sabían ver mucho más allá del amor, y que el vacío que sentía me indicaba que eso no es para mi.

Quizás, cuando mi queso se canse de viajar, decida pararse junto a algún corazón. Hasta entonces, correré tras él, me dejaré llevar, sin pausa, pero sin prisa.

Aires de primavera.


Sevilla se ha puesto su traje de sol. Ahora se mira, coqueta, en el reflejo del río, desde Triana. Me percaté de que la primavera había vuelto cuando salí a la calle y, agradable sorpresa, mi barrio de acogida se había perfumado de azahar. Pasé una de las mejores tardes recorriendo sus callecitas, sonriéndole al sol, que bajaba por las fachadas de las alfarerías para dar de lleno en todas sus gentes.

Noté que a la primavera le encanta pasar su época en Triana, porque con solo abrir la ventana ya se respira alegría, y en la calle todos caminan sonriendo. Los árboles agitan sus hojas, componiendo sones de azahar, que se mezcla con el olor a pescaito frito. Todo el mundo se sienta en las terrazas a compartir unas cañas con amigos, y se escuchan carcajadas, que tambien se mezclan en el aire, junto con la brisa agradable que respira el Guadalquivir.

A la orilla del río, los jóvenes -y no tan jóvenes- buscan dorarse la piel con el oro del sol, que viste de gala por primavera. Algunos lanzan sus cañas bajo el puente de Triana, y los turistas disparan los flashes, inmortalizando la imagen que Sevilla les regala a las puertas del mes de abril.

Al caer la noche la ciudad hace gala de su buena temperatura, y lleva a la gente a recorrer sus emblemáticas calles del centro, mezclándose con la historia, velados por la imperiosa Giralda. Y es que, al llegar la primavera, no hay en Sevilla una sola persona que no sonría al salir a la calle, porque mezclados con toda su esencia, sus aires nos envuelven con un toque de magia.